Los huertos comunitarios tienen una historia larga. Desde los antiguos jardines colgantes de Babilonia hasta los huertos de monasterios en la Edad Media, han sido espacios de cultivo compartido y seguridad alimentaria. A lo largo del tiempo, estos huertos han evolucionado para satisfacer las necesidades de las comunidades y han demostrado ser una forma valiosa de fortalecer la cohesión social y promover la sostenibilidad.
Hoy en día es una tendencia que está en auge en las ciudades de todo el mundo. Estos espacios colaborativos de cultivo de alimentos no solo brindan una solución creativa a la falta de terrenos disponibles, sino que también generan numerosos beneficios sociales, ambientales y de salud para quienes participan en ellos.
En este post, hablaremos de los motivos por los que los huertos urbanos comunitarios son una iniciativa tan importante.
Fomento de la conexión y la cooperación
Estos espacios son lugares donde las personas pueden conectarse entre sí. Vecinos de diferentes edades, orígenes culturales y estilos de vida se unen en torno a una actividad común: cultivar alimentos. Estos espacios promueven la interacción y la colaboración, permitiendo que las personas se conozcan, compartan conocimientos y trabajen juntas hacia un objetivo común.
Alimentos frescos
Ofrecen a las personas la oportunidad de cultivar sus propios alimentos frescos y saludables en entornos urbanos donde los supermercados pueden estar lejos o los productos pueden ser costosos. Al cultivar sus propias frutas, verduras y hierbas, las personas pueden aumentar su seguridad alimentaria y tener acceso a alimentos nutritivos a precios asequibles.
Educación y conciencia ambiental
Son espacios educativos donde las personas pueden:
- Formarse sobre prácticas sostenibles de cultivo, ciclo de vida de las plantas, plagas que prevenir, así como la importancia de la biodiversidad.
- Compartir herramientas para cultivar las plantas como los pulverizadores, palas, tijeras, semillas, abonos…
- Aprender a proteger y cuidar nuestro planeta. Valorar los recursos naturales, no desperdiciar alimentos y a cultivar de forma orgánica.
Mejora de la salud física y mental
Participar en un huerto urbano comunitario implica actividades físicas como cavar, plantar, regar y cosechar, lo que contribuye a un estilo de vida más activo y saludable. Además, la jardinería y la conexión con la naturaleza han demostrado tener efectos positivos en la salud mental, reduciendo el estrés, mejorando el estado de ánimo y aumentando la sensación de bienestar general. Aquí os dejamos un post donde hablamos de ello.
Mejorar y dar nueva vida a los lugares de la ciudad
Transforman terrenos abandonados o espacios grises en oasis verdes llenos de vida y color. Estos espacios se convierten en lugares de encuentro atractivos, mejorando la calidad estética de la comunidad. Además, el cultivo de plantas y flores contribuye a la mejora del medio ambiente urbano.
En conclusión, los huertos urbanos comunitarios son espacios valiosos que van más allá de la producción de alimentos. Son una forma efectiva de crear comunidades más saludables, sostenibles y solidarias.